¿Quién tiene la culpa de la emergencia hídrica en Uruguay? ¿La Niña o la gestión política?

Se acaba el agua potable en Uruguay. La peor sequía desde hace siete décadas dejó las reservas de la principal presa que abastece a Montevideo y a sus alrededores a menos del 1%, la semana pasada. Para evitar tener que cerrar el grifo, el gobierno de Lacalle Pou permitió mezclar la escasa agua dulce que llega del Río Santa Lucía a Paso Severino, con el agua salada del Río de la Plata. Esto ha duplicado el nivel máximo de sodio permitido en el agua.

El agua embotellada se agota en los supermercados y su precio se ha triplicado. Todo este en el país que fue pionero en reconocer el acceso al agua potable como un derecho constitucional.

Mientras, el gobierno construye a contrarreloj un embalse en el río San José, y planea una planta desalinizadora con capital privado en el sur del país. Un proyecto el Neptuno al que le llueven críticas y que abre incertidumbres.

La lluvia de los últimos días ha dado un respiro al gobierno. Pero no basta confiar en que la solución a la emergencia hídrica que atraviesa el país caiga del cielo.

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